Por un vínculo pedagógico, social y ecológico
Makis Solomos
Universidad de París VIII
¿Cómo sería posible pasar de una pedagogía fundada completamente en el contacto a una pedagogía totalmente en línea? Es, sin embargo, la inyunción de este gobierno, materializada por el nuevo dogma de la “continuidad pedagógica”, digno de un plan Marshall o de un plan quinquenal cuando en verdad … ¡ningún medio ha sido puesto en marcha para ello! El mismo gobierno que, desde su ascensión al poder, no cesa de predicar la discontinuidad, eliminando todas las estructuras necesarias…
En la primaria, “poner en marcha una clase virtual, además de acentuar la desigualdad escolar, demuestra no ser un útil eficaz para mantener el contacto con todas las familias de nuestro alumnos”, se lee en una bella tribuna de enseñantes de primer grado titulada “Hemos rechazado la clase virtual y hemos hecho bien”[1]. En la secundaria, las familias se confiesan superadas y los estudiantes expresan su angustia ante la inyunción: “Gente va a morir, pero es necesario que pases tu bac [bachillerato]”[2]. Jean-Michel Blanquer acaba de reconocer que entre un 5% y un 8% de los alumnos están “perdidos”, cifra que, conociéndola, se multiplicará por 5 o por 10.
Los y las estudiantes, por su parte, tienen otras cosas en mente: problemas de alojamiento (muy pequeños, si es que ya no han sido expulsados por el CROUS), hacinamiento junto a sus padres o hermanos y hermanas pequeñas, monotonía en el almuerzo, ausencia de equipos elementales (lavadora…), enfermos en su entorno o enfermos ellos/as mismos/as… Un estudio muestra que ya en una situación normal los problemas son numerosos en el sector de la educación a distancia; ¡ni hablar entonces en tiempos de confinamiento! En primer lugar, la brecha digital multiplica las desigualdades. Todos y todas las estudiantes, por lejos, no están equipados/as con el mejor material informático, el mejor smartphone. La conexión internet es a veces muy baja, en función de la región, e incluso del tipo de suscripción, cuando la hay. Se constata también que la saturación de las redes crea desigualdades difíciles de evaluar. Y luego el trabajo demandado, que se acumula, se vuelve difícil sin el acceso a las bibliotecas. Todas y todos los enseñantes han constatado que un gran número de estudiantes no dan signos de vida: ellas y ellos no están para nada “perdidos/as”, simplemente ¡jerarquizan sus prioridades! Y luego la angustia, las inquietudes frente a un futuro global puesto en cuestión: una encuesta realizada por los y las estudiantes de la Universidad Savoie Mont Blanc, da a la pregunta “¿estás angustiado/a, estresado/a, inquieto/a?”, ¡74,6% de respuestas positivas!”[3]
Para los y las enseñantes, hay, primeramente, una enorme sobrecarga de trabajo. Trabajan harto más para preparar sus cursos en línea (deben aprender cosas, la pedagogía digital no se improvisa), dan más trabajo a sus estudiantes, reciben más material para corregir… El «Plan de continuidad pedagógica” que se encuentra en el sitio del ministerio de la enseñanza superior[4] es surrealista:
“Aprovecha la interactividad. Las tecnologías en línea pueden fortalecer y facilitar comportamientos más ‘proactivos’ que la sala de clase tradicional” ; “Innoven. Si bien el ambiente en línea suprime el acceso a ciertos modos de enseñanza, abre un cierto número de posibilidades nuevas, pudiendo algunas ser llevadas al seno de la clase física una vez la crisis haya terminado. Los alumnos son susceptibles de ser indulgentes con los pasos en falso en un nuevo ambiente. No duden en aprovechar este periodo difícil para experimentar nuevos métodos y útiles pedagógicos”.
¡Esto se puede leer ahí!
Este plan no se dirige sino a los individuos enseñantes: como en un Estado totalitario, no hay ninguna mediación, el y la enseñante debe obedecer directamente a las órdenes de un ministerio grandilocuente pero… ¡totalmente ausente, tanto los consejos son ridíiculos y los medios ausentes! Por otra parte, este plan, si evoca ampliamente la cuestión de la incapacidad para los y las estudiantes, cuestión que puede pesar frente al digital, no aborda para nada el problema de la brecha digital y las condiciones sociales. Y luego, cae de suyo, no se dirige sino a las y los profesores titulares, los precarizados (que, es necesario recordarlo, llegan a alcanzar el 70% en las licenciaturas universitarias) jamás son evocados. La guinda de la torta, en este “Plan”, es claramente la cuestión de los medios digitales. A las compañías privadas se les llama “gigantes americanos” —la expresión “GAFAM” les parece muy izquierdisante… En cuanto a los medios libres, luego de haber evocado a Moodle (donde, recordémoslo, no se pueden almacenar documentos pesados), se ha escrito púdicamente: “Del lado de los softwares libres, la asociación Framasoft propone numerosos servicios que, en su mayoría, son víctimas de su suceso” (durante algunos días, no era en efecto posible crear nuevos framapads). Pero ¿por qué el Estado francés no invertiría en esta asociación? Finalmente, el texto hace publicidad para las compañías privadas que proponen exámenes a 1,50 euros por candidato… Hemos entrado en la era de los “coronemprendedores”, al mismo tiempo que acabamos de ser advertidos que la crisis va a ser el estimulante para acelerar la privatización de la salud…
“¿Podemos legitimamente preguntarnos lo que ya quiere decir esta ‘continuidad pedagógica’, cuando los y las estudiantes vean durante el curso del año el retiro de sus permisos de residencia, cuando se encuentren sin techo, sin empleo, sin qué alimentarse, cuando su asistencia a los cursos sea rara, porque deben trabajar? ¿Qué quiere decir hoy ‘continuidad pedagógica’? ” podríamos decir[5]. Y nada impide ver en este famoso plan una manera insidiosa de eliminar de la memoria colectiva la intensa movilización que se ha dado entre diciembre y comienzos de marzo, contra la reforma de pensiones (donde las y los estudiantes de primaria y secundaria estuvieron muy presentes) y contra la LPRR (ley de la programación plurianual de la investigación, frente a la cual el levantamiento estaba camino a generalizarse, con su punto cúlmine en la jornada del 5 de marzo). Pero si las personas se quedan en casa, no es por sometimiento, no es porque han olvidado las grandes jornadas de manifestación —¡en muchos oídos resuena todavía y sin duda el “todos juntos, todos juntos” de tanto que lo escuchamos! Es para proteger a los más frágiles y para protegerse a sí mismos, que las personas permanecen en casa, puesto que el gobierno no ha podido proponer ninguna otra cosa y no ha sabido prever la crisis, haber juntado mascarillas, fabricado exámenes…
Ahora, frente a lo que es más bien una discontinuidad humana, es un verdadero plan de vínculo pedagógico, social y ecológico lo que es necesario proponer. Más que nunca, el vínculo entre la pedagogía y el ámbiente, social, natural, mental es una evidencia: este vínculo que, normalmente, el neoliberalismo oculta, salta en adelante a los ojos. Es solamente restaurando este vínculo como podemos mantener el contacto, ayudar a nuestras y nuestros estudiantes, pero también proveerles una formación de calidad y no una formación de segunda. Saquemos la lección de la crisis sanitaria para restaurar este vínculo. Sí, conservemos el contacto, hagamos los cursos si se puede, en línea o por envío de documentos, pero pensemos primero en los seres humanos y no en los saberes-mercancías, pensemos en la fragilidad de los y las estudiantes, en la dificultad de continuar el trabajo como si nada hubiese pasado, en los y las colegas que deben ocuparse de sus familias y en los y las colegas precarizadas. Sí, mantengamos el vínculo, es decir, la solidaridad: “Para nosotros, el momento se presta con mayor intensidad para hacer muestras de solidaridad bajo todas las formas que nos sean posibles”, retomando el texto de los colegas de primaria[6] más que continuar demostrando un productivismo desenfrenado en un futuro que se ha vuelto incierto. Y recordemos que Internet contamina… Discontinuidad: esta crisis nos pone en una presencia cotidiana de la muerte; muy fuerte es la tentación de creer en la sobrevivencia más que en la vida; pero ceder a esta tentación sería inscribir la discontinuidad en el corazón de nuestra existencia… Frente al falso plan de continuidad pedagógica, propongamos un verdadero vínculo pedagógico, social y ecológico.
Publicado inicialmente el 10 de abril de 2020 en https://academia.hypotheses.org/22312
Traducción de Gustavo Celedón Bórquez
[1] https://paris-luttes.info/on-a-refuse-la-classe-virtuelle-et-13707.
[2] Artículo de Mediapart, https://www.mediapart.fr/journal/france/310320/des-gens-vont-mourir-mais-il-faut-que-tu-passes-ton-bac.
[3] Carta abierta del sindicato Solidario Estudiantes al presidente de la USMB, 31 de marzo de 2020.
[4] https://services.dgesip.fr/T712/covid_19, actualizado el 1 de abril de 2020.
[5] Christelle Rabier, https://academia.hypotheses.org/21189.
[6] https://paris-luttes.info/on-a-refuse-la-classe-virtuelle-et-13707.