Las migraciones y el cierre populista de Europa[1]    

Rada Iveković

Resumen y comienzo 

No cabe duda que las migraciones como movimiento continuo también tienen una historia política de discontinuidades e interrupciones. Al reflexionar sobre las migraciones, necesariamente abordaré las discontinuidades, la no linealidad y las interrupciones que son, como marcos, mucho más significativas y estimulantes que la continuidad. La continuidad también atestigua la falta de imaginación política. Al comenzar desde la continuidad, es probable que uno se mantenga en línea con las configuraciones de poder convencionales y la hegemonía establecida. La hegemonía se basa en continuidades. Optamos por discontinuidades porque son sugestivas. Revelan no sólo el otro lado de la moneda, sino también puntos de vista y perspectivas insospechadas, que incluyen historias acalladas. Las discontinuidades descubren historias alternativas, historias hipotéticas, «historias innecesarias o inútiles», historias desviadas, narraciones autónomas o subalternas y complementarias, no convencionales. De repente, en el siglo XXI, nos enfrentamos a una excepción que se ha convertido en la regla, un cambio de paradigma, en cierto modo; el angustioso horizonte de un fin visible del mundo que nuestra civilización trajo sobre sí, a través de una pandemia de virus.

Introducción: ¿Las fronteras como trampa? 

Hospitalidad y cuidado

Petar Hektorović, alias Petrus Hectoreus (1487-1572), un escritor y poeta erudito, arquitecto renacentista que construyó una gran casa patricia o castillito llamado Tvrdalj con un original estanque de peces en la pequeña ciudad de Stari Grad, en la isla de Hvar (Pharos) en el mar Adriático en el siglo XVI, tuvo la idea de disfrutarlo y compartirlo con amigos, extranjeros, indigentes y vagabundos. Adornó las piedras blancas de la mansión, del estanque y del adyacente jardín con elegantes inscripciones, y una de ellas decía: PETRUS HECTOREUS MARINI FILIUS PROPRIO SUMPTU ET INDUSTRIA AD SUUM ET AMICORUM USUM CONSTRUXIT (“Petrus Hectoreus, hijo de Marín, construyó [esto] con su propio dinero y trabajo, para sí mismo y para sus amigos»). La idea de compartir fue la base de su filosofía. La expansión europea moderna en todo el mundo aún no se había convertido en lo que es hoy, y se veía más bien como curiosidad y apertura hacia el otro. No había cierre dentro de fronteras nacionales o estatales en aquel tiempo, ni rechazo de viajeros o extranjeros. La gente todavía viajaba sin pasaportes, y la hospitalidad, hoy en día desatendida, no era una palabra vana. Esa tradición antigua y casi universal de acoger visitantes se ha perdido en el llamado mundo desarrollado, también debido a las nuevas condiciones de vida y las nuevas circunstancias económicas y políticas, especialmente dentro del capitalismo absoluto (o “de desastre”), la globalización capitalista y el predominio del individualismo. En aquellos tiempos y a lo largo de la historia antigua y medieval, los viajeros y extranjeros eran bienvenidos, a menos que fuera una época de guerra o plaga. Sin embargo, tales situaciones figuraban como excepción. Las ciudades cerradas debido a una enfermedad reabrían poco después y la vida volvía a la normalidad, aunque sin aquellos que pagaron el precio con sus vidas y fueron llorados.

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Stari Grad, Hvar (Mar Adriatico), estanque de peces  de Petar Hektorović en su casa llamada Tvrdalj; foto 2019.

En nuestro siglo XXI, los migrantes, extranjeros, pasantes, son acogidos con miedo y rechazo, si no es con violencia extrema. Este ensayo iba a ser sobre el proceso de cierre de la inmigración en Europa y, en particular, en la Unión Europea, según el subtítulo («El cierre de Europa») de los cursos que representan su mayor parte. Siendo en primer lugar un mercado y un club social cerrado, la UE excluyó a los extranjeros, aunque siempre se jactó de su humanismo teórico universalista y de su hospitalidad abstractamente basada en principios. En el caso de Francia, nos vemos como pays d’accueil, país de acogida. Sin embargo, los que vendrían a visitar no obtienen visas.

Sin embargo, algo ha cambiado radicalmente antes de que termine este ensayo. La mayor parte del presente trabajo fue escrito en forma de cursos antes del estallido de la pandemia del covid-19, sobre el cual ahora he agregado uno o dos párrafos al final. Aunque se hizo evidente el cierre y la retracción del occidente de su deber de solidaridad con otros países y de su responsabilidad histórica (debido a su hegemonía) respecto a los continentes colonizados, la pandemia produjo de la noche a la mañana un cierre peor y desesperado de ciudades, países, fronteras y mentes. El cierre del virus se tradujo en un cierre aún más duro para los inmigrantes, y estos últimos, de inmediato, fueron vistos ellos mismos como virus. El cierre y la hostilidad hacia los inmigrantes se generalizaron, con personas irremediablemente atrapadas en las fronteras. El bloqueo se volvió tan global como lo es la epidemia. El transporte se detuvo, las industrias cerraron y en el occidente, los que tenían casas se quedaron en casa. Los cielos se despejaron, el aire se volvió a respirar nuevamente a medida que las economías se arruinaron y el futuro político no estaba claro. El miedo al virus despertó instantáneamente reacciones de discriminación basadas en nacionalismo, racismo, casteísmo[2], clase, etnia y género, etc., del peor tipo. Dado que la epidemia es global (primera pandemia absoluta de este tipo en la historia), ya no se puede volver a la «normalidad». Ahora la pandemia misma es normalidad, y significa el cese de contactos[3]. Si bien el ensayo iba a criticar el cierre «normal» a todo otro debido a una historia de violencia colonial e imperial, hemos entrado en otro tipo de retracción mucho peor, provocado por la enfermedad global y por lo tanto «normal», en un nuevo sentido. La excepción se convirtió en la regla. No es que la historia no nos haya estado empujando en esa dirección, no es que no esperáramos que ocurriera pronto. Pero no creíamos que ya estuviéramos allí. Sin embargo, estamos allí. Después de la crisis sanitaria y dentro de las crisis climáticas y ecológicas, las crisis económicas y políticas afectan a todos. Será mucho peor para el sur global. Y está claro que el estado-nación no puede lidiar con el cambio climático o la ecología. Tendremos que reinventar un futuro político para el planeta porque el paradigma moderno actual (y occidental, pero violentamente universalizado) nos ha llevado a donde estamos ahora: a un abismo. Mientras tanto, el peligro de la estigmatización permanente de los migrantes, de las minorías y de los refugiados está creciendo en todo el mundo a medida que las fronteras se cierran bajo la cobertura de «protección del covid-19». Ellos y ellas están etiquetados como portadores del virus e incluso son excluidos en varios países europeos bajo distintos pretextos. La condición de confinamiento con el pretexto de la pandemia, aunque temporalmente necesaria por razones médicas, amenaza con convertirse en una característica permanente.

Una fisura que es un umbral o un portal[4], abre a través de covid-19 el psicodrama mundial actual, que también es una oportunidad para que las mujeres (entre otras) se reinventen a sí mismas y a la sociedad. Tales oportunidades para luchar contra el patriarcado y otras injusticias sociales no ocurren todos los días y lo más importante, no duran. También son una ocasión para que las poblaciones migrantes se reconstruyan en una nueva sociedad y reinventen esa sociedad con sus anfitriones. Los migrantes se hallan, por definición, disponibles para reformularse. Querer remodelarse a sí mismo y tener una nueva vida es la condición básica que permite considerar a alguien como migrante.

Aquí tenemos una coyuntura de elementos que equivalen a la reconfiguración de sí mismos, a una metamorfosis.

Diferentes países adoptaron diferentes actitudes hacia el virus del 2020. En los países asiáticos desarrollados donde la pandemia tomó una forma mucho más leve, gobiernos y sistemas de salud pública se habían preparado, y no se aplicó el confinamiento a toda la población. Se realizaron exámenes médicos masivos, y solo las personas con coronavirus fueron aisladas, sus contactos fueron rastreados y aislados también. Pero Europa, Estados Unidos e India no estaban preparados. Procedieron, con mucho retraso, a un cierre oficial de toda la población, con un número desastroso y completamente desproporcionado de muertos. Según algunas opiniones, la política médica de Asia oriental funcionó mejor aunque de manera diversa (China, Taiwán, Corea del Sur, Singapur, Japón), mientras en otras partes del mundo, prejuicios raciales y de otro tipo, así como la falta de preparación general, condujeron a muchas muertes evitables[5].

Desafortunadamente, podremos abordar los efectos del virus solo superficialmente al final del ensayo. En cierto modo, la historia actual ha acelerado lo que ya se percibía, y ahora podemos ver claramente el fin de nuestro mundo en el horizonte, con el cambio climático y la devastación ecológica, así como el posible o probable fin del planeta y de la humanidad.

Aunque las migraciones son una característica antigua de las sociedades, ha habido un aumento inquietante de los nacionalismos tóxicos y el populismo desde 1989 que ahora los acompañan. Ocurrió una revolución conservadora en Occidente y se globalizó, aunque de manera desigual. Esa revolución conservadora fue acompañada por un intento continuo de restauración. Las restauraciones generalmente conducen al desastre y generalmente son fallidas. Lo que se está «restaurando» es, por regla general, una idea plagada de pretensión simbólica, proyectando hacia el futuro la imagen de una antigua edad de oro (con retrovisor), mientras que el pasado inmediato se elimina si es que no está prohibido: esto ha sido la experiencia, entre otras, del post-socialismo, dedicado a restaurar un capitalismo imaginario que nunca existió. Tal restauración requiere del martilleo de nuevos “viejos valores». En este momento (primera mitad de 2020), la restauración aplicada es la posterior a covid-19. En lugar de un cambio en el orden económico y político a nivel mundial, los gobiernos parecen solo ser capaces de proponer la restauración del tiempo anterior a la epidemia[6].

En general y anteriormente, 1989 sigue siendo uno de los umbrales importantes: simultáneamente el fin, en Europa, de la guerra fría, la organización de una nueva era postsocialista y también la maduración y la concomitancia histórica de una suerte de confirmación de la condición poscolonial (aunque la mayoría de las descolonizaciones históricas ocurrieron en la década de 1960); el comienzo visible de la globalización y de la toxicidad capitalista y la nueva hegemonía imperial con guerras interminables, con fragmentación social y política en el nivel inferior. Todo eso se detuvo brevemente con la pandemia de 2020 y las autoridades probablemente ahora intentarán restaurarlo.


[1] El curso en 2019 del cual el presente ensayo es un resultado, se tituló “The epochal issue of migrations. The cosmopolitics of state closure. (The closure of Europe)». Agradezco al Centro Internacional de Estudios Culturales (ICCS), de la Universidad Nacional Chiao Tung, en Hsinchu, Taiwán, por invitarme a entregarlo a estudiantes de maestría y posgrado en el primer semestre del año académico 2019-20. ICCS publicará en línea y en inglés el libro del cual estas pocas páginas son un extracto, en su serie Working Papers, https://iccs.nctu.edu.tw/zh/wps_list.php .

[2] Discriminación basada  en “castas” en la India.

[3] Olivier Le Cour Grandmaison, “Nationaux-Républicains: le grand retour?” in Médiapart, https://blogs.mediapart.fr/olivier-le-cour-grandmaison/blog/260420/nationaux-republicains-le-grand-retour . Borders of an epidemic, ed. by the MCRG (Mahanibban Calcutta Research Group), “Introduction” por Ranabir Samaddar, http://www.mcrg.ac.in/RLS_Migration_2020/COVID-19.pdf

[4] Arundhati Roy, “The pandemic is a portal”, en The Financial Times, abril 3, 2020, https://www.ft.com/content/10d8f5e8-74eb-11ea-95fe-fcd274e920ca

[5] Jean Dominique Michel, « Anatomie d’un désastre », April 27, 2020, https://www.youtube.com/watch?v=afbeFoi679I&feature=youtu.be Samaddar, “Introduction” in Borders of an epidemic, op. cit; Le Cour Grandmaison, “Nationaux-Républicains: le grand retour?” op. cit.

[6] Alain Brossat & Alain Naze, “L’épouvantable restauration globale” in Ici et ailleurs, 12 junio 2020, https://ici-et-ailleurs.org/contributions/actualite/article/l-epouvantable-restauration

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